Una mujer de 37 años, madre de una niña de 14 años, tenía muchos dolores de lumbares y cada vez iba a peor. Las visitas al osteópata la aliviaban mucho, pero cada vez tenía que ir más a menudo y el dolor no desaparecía tanto. En el parto le practicaron una cesárea de urgencia. Visualmente estaba bien, no presentaba queloides.
Sí pude observar que, en la parte inferior del corte, el tejido estaba más hundido que en la parte superior. Al tacto era muy fácil detectar como, más allá de las comisuras del corte, había una tensión subcutánea en forma de cordón, que llegaba hasta las crestas ilíacas. Le realicé la sesión de liberar cicatrices a la cesárea y en la misma primera sesión, los tejidos recuperaron elasticidad. La sensación de frío en la zona del pubis se temperó y justo después empezó a describirme como un hormigueo que le bajaba por la pierna, hasta el dedo grande del pie de la pierna derecha. La sensación era tan nítida que incluso le pregunté si me sabía decir en qué lado del dedo gordo le llegaba esta sensación.
Para mí fue una gran evidencia de como el meridiano de hígado se estaba despejando y volvía a circular fluidamente. La temperatura en la zona genital se normalizó. Al final de la sesión le costaba detectar su cicatriz con sus manos. El abultamiento que tenía había prácticamente desaparecido y el pequeño rechazo que tenía al tocarla ya no estaba.
Mientras estaba trabajando sobre la cicatriz hubieron varios espasmos y ella notó como los músculos de la zona estaban cada vez más relajados. Hacia el final de la sesión, me miró y me dijo,” se me soltaron las lumbares!”. Me pareció muy simpática su manera de explicar lo que había pasado durante la sesión.
Al recuperar la elasticidad de los tejidos del abdomen, estos dejaron de tirar sobre las crestas ilíacas hacia delante. Al soltarse la cadera pudo recuperar su posición normal. El lado derecho estaba mucho más tenso y fue allá donde se produjeron los espasmos y ella pudo sentir el recorrido del meridiano de hígado. Al levantarse me comentó que su eje se había modificado. Se notaba más alta y más estable. A las semanas me escribió diciendo que desde la sesión sus dolores lumbares se habían terminado y que no volvió al osteópata. Una vez liberada la tensión frontal producida por la retracción de los tejidos al cicatrizar, dejaron de crear tensiones en la parte posterior del cuerpo.
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